Llegué por primera vez a Niterói. Era de noche y la temperatura estaba confortable, ni muy caliente ni muy frío. En el viaje me percaté que el servicio de roaming no estaba sirviendo. Fue en vano todos los intentos por recuperar el internet: reiniciar el teléfono, colocar el “modo avión” y luego quitarlo, apagar el teléfono, entrar en la configuración; nada de esto sirvió. Mi orgullo “nacionalista” por Kolbi se cayó. En ese momento pienso como el acceso a internet me ayuda a afrontar ese miedo que da al llegar a un nuevo lugar donde todo es nuevo y el sentido de orientación no es un aliado.
Había descargado el mapa de Niterói en Google Maps, al menos tenía eso como un ancla para la exploración. Vi en el mapa que una tienda de Claro estaba cerca de donde dejaba el bus. La información que estaba descargada en el mapa decía que la tienda cerraba a las 10 pm.
En la aplicación de la empresa de buses decía que la parada final sería en el Teatro Popular Niemeyer, en ese momento le creí al anuncio porque llegué de noche y no vi nada.
Eran las 9.20 pm, tenía 40 minutos para llegar al Shopping (sí, en Brasil le dicen así a los tales “moles” -malls-). En ese lugar se supone, según maps, que estaba la tienda de Claro. Bajé rápido del bus, la zona era un poco sola. Los lotes del frente a la parada están en construcción, lo que da una sensación de soledad. Empiezo a caminar rápido. En la mano llevo el teléfono con el GPS activado para de vez en cuando ojear rápidamente el mapa y ver si iba bien hacia el destino. Las aceras no tenían luz, pero al menos había gente. Pensé si era buena idea ir tras esa tienda. Continué. Después de unos minutos llegué a un edificio que estaba cerca del punto que estaba señalado en el mapa. Pero era extraño, no creía que el tal shopping fuera un tipo de pasillo de tiendas. Vi a mi alrededor: un McDonalds a mano izquierda, y otro edificio que parecía estar en reparación a mano derecha, y desde el ángulo que estaba viendo, sus puertas parecían cerradas. Había mucho movimiento de personas. Decidí caminar un poco más y observé que ese edificio tenía el nombre del shopping. ¡Bien! Ahora solo tenía que averiguar si estaba abierto o cerrado. Rápidamente, vi a personas saliendo y entrando del edificio: encontré la entrada.
Eran las 9.30 pm, aún tenía suficiente tiempo antes de que cerrará la tienda. Entro al shopping y empiezo a buscar el rótulo de Claro, boom, fácilmente lo veo. Camino unos pocos pasos y veo que la tienda estaba cerrada. ¡Mierda! Sigo sin internet. Consigo conectarme al wifi del shopping y aviso a la señora del Airbnb que ya llegué a Niterói. No puedo pedir un Uber, salgo y consigo un taxi.
Mi segundo intento va a ocurrir al siguiente día. Veo que hay otra tienda de Claro en otro shopping, y que va a estar abierta a partir de las 10 am. Salgo de la casa a las 10.20 am, camino unos 10 minutos y llego al shopping. A la 1 pm tenía clases, entonces pensé que una hora y media era suficiente para hacer esa vuelta, almorzar y aproximarme al aula.
Entro a la tienda, me recibe un señor y me pregunta cuál es mi trámite, le respondo rápidamente; no es muy simpático, aprieta unos botones y me da una ficha. La tienda estaba llenísima. No había espacio para sentarme. Me quedé de pie. A los minutos se libera un sillón y me siento. Busco si hay alguna señal de wifi disponible, ¡hay!
Delante de mí se encuentran en la fila unas 15 personas, más algunas otras que tienen fichas preferenciales, no logro contabilizarlas. Pasan los minutos y atienden a pocas personas. Luego de una hora de espera, seguía habiendo delante de mí 10 personas. Me pregunto por qué duran tanto. Desespero; recupero la calma. Por mientras me entretengo leyendo un par de resúmenes de noticias a los que me inscribí recientemente.
Son las 12.20 md y me llaman. Voy directo a la caja, me enredo con el bulto, casi me caigo, pero logré sentarme. El señor que me atiende me pregunta qué quiero. Digo que quiero un plan y enseño uno que vi en la página de Claro. Me responden que ese plan solo se puede solicitar por internet. ¡Mierda! No hice una fila de casi dos horas para irme sin nada. Pregunto si puedo adquirir otro plan. El señor busca en la página, me enseña las opciones. Escojo una. Me piden mi CPF (esto se necesita para hacer cualquier cosa en este país) y documento de identidad. Ve que soy extranjero. Hace una cara extraña. Empieza a gestionar la compra. Baja una aplicación, llena un formulario. Da un error. Lo intenta nuevamente. Nada. Se levanta y llama al gerente. Se fijan en la pantalla de la computadora buscando algún error. Parecen hallarlo. Vuelve a intentarlo. Nuevamente un error. No lo creo. El señor pone cara de desesperación. Intenta de nuevo. Otra vez error. Y así como unas seis veces. Son las 12.50 md. El señor saca el chip de mi teléfono y me dice que no sabe qué está pasando y me recomienda volver otro día. ¿Qué? Tres horas tiradas a la mierda. Doy las gracias (obviamente lo pura vida ante todo), y salgo casi corriendo para no llegar muy tarde a la clase.
Salgo a las 7 pm de clases. Me voy directo al shopping a intentarlo nuevamente. Llego a la tienda de Claro. Mucha menos gente. Espero menos de 5 minutos y me atienden. Verifican rápidamente en el sistema y la señora me dice que no tienen líneas. No entiendo por qué. Me recomienda ir a alguna tienda de otra operadora. Pregunto si en el shopping hay, me responden que sí.
Voy a la tienda de la compañía Vivo; voy sin esperanza. Me atienden de inmediato. Inicia un periplo de una hora. Me piden los documentos. Empieza el trámite. El señor que me atiende al ver que soy extranjero, pone una cara de imposibilidad, estoy preparado para escuchar que no se puede. Pienso que voy a salir sin línea, una vez más. Me pregunta que cuál plan quiero; ni idea. Me enseña los planes disponibles. Escojo uno. Es más caro que Claro. Toma unas fotografías. Sigue el trámite. Lo intenta una y otra vez. Lo bueno es que no me indica que no se puede hacer. Después de casi 50 minutos, me dice que ya fue aprobado. Me pide anotar mi número. Me solicita el teléfono para instalar el nuevo chip. Se activa la línea. Logré mi propósito del día. Salgo y voy a tomar unas cervezas con la gente del posgrado.
A. Jiménez
¡Que periplo! Enganchado hasta el final... Buena lectura.