Noche lluviosa; mitad de semana. Voy en ruta. Mi lugar en el autobús es al frente, siempre tenemos un lugar. El autobús es de dos pisos y voy en el segundo en la primera fila. Ante mí una amplia ventana que me permite observar los detalles del paisaje. Ese paisaje que nos comparte siempre miles de mensajes sobre la situación territorial de un sitio.
En el camino, cada cierto tiempo, aparece un letrero que marca la cantidad de kilómetros que me separan de Río de Janeiro; así como el nombre de otros lugares que en mi vida he escuchado: Cacaria (sí, es un nombre de lugar), Itaguaí, Seropédica, Pedreria, Austin, Rosa dos Ventos, Cacula…
Llevo más de cinco horas de viaje, y quedan un poco más de dos horas por delante. Las distancias entre ciudades tienen otra escala. Hoy mi trayecto fue como pegar un viaje desde Chepe hasta Managua (Nicaragua), bueno, en realidad es un poco más lo que estoy transitando. Pero es distinto, los lugares importan. El camino ha estado marcado por paisajes de morfologías variadas; la infraestructura, el idioma, los colores, los olores, el tránsito son distintos…
Nunca en mi vida he visto tantos tráileres y camiones en un viaje. Los hay de todas formas: de un solo contenedor, de doble contenedor, de plataforma cubierta por una manta, de plataforma que lleva expuesta su carga, porta-carros, camiones pequeños, de transporte de materiales; de dos metros, o de ocho metros de largo…
Mi camino ha estado acompañado por la música que tengo descargada en el teléfono. En estos momentos cayó la canción “La Danza de las libélulas” de Manuel García, y pienso como siempre volvemos a esos recuerdos que nos han poblado; esos recuerdos que han dejado huellas en nuestro camino y que nos hacen estar donde estamos (aprovecho para agradecer-les).
Esta semana inician para mí las clases. El semestre comenzó la semana pasada, pero no puede asistir, ya que estaba en una “escuela de verano” en Argentina (luego comentaré un poco más sobre esta experiencia). Aprovecho este viaje, largo en distancia y en tiempo, para terminar de leer las lecturas de las dos clases que tengo que asistir esta semana.
El camino también me sirve para escuchar un podcast sobre Bukele, me dormí antes de que terminara el episodio. En mi cabeza quedó la idea sobre lo interesante que fue la construcción de este personaje: logró crear un telón que oculta su propia historia y rescata solo los elementos que quiere reflejar, u otros se inventan. Indudable y lamentablemente, pienso en Chaves: se me viene a la cabeza sus constantes referencias que de “carajillo” creció en Barrio Soledad, en pleno Chepe. ¿Estrategia de aproximación?
¿Será que algún día caerán sus ficciones? ¿Por qué medios puede suceder? ¿Qué implicaciones tendrá? ¿Quiénes vendrán después?
Estos personajes ha venido construyendo, bajo distintos métodos y estrategias, proyectos de re-imaginación geográfica de los problemas nacionales y del país en general. Estaría bueno una investigación en esta línea.
Voy entrando a Río. El tráfico vehicular me lo anuncia. Son las ocho y poco de la noche. Todo es nuevo. Busco maneras de orientarme. El bus entra a un barrio de Río, se bajan algunas personas; seguimos otras hacia Niterói. Tenemos que pasar un puente que cruza la bahía que separa estas dos ciudades. Uno de los puentes más largos que he visto en mi vida. Está lleno de tránsito. Veo un letrero que dice que la duración del viaje es de aproximadamente 30 minutos. Pienso que es mucho, son solo 13 kilómetros.
Mi mirada se detiene observando los barcos que están en la bahía. Poco a poco nos aproximamos a Niterói. No conozco este lugar. Son las nueve y poco de la noche…
Esta es la primera entrada de estos susurros geográficos. Este espacio busca servir como un medio para compartir experiencias, aventuras y pensamiento a modo de diario abierto y sin formato. Los textos tendrán una extensión no mayor a dos páginas, más fotografías u otros recursos que le meta. Vendrán entradas semanales o quincenales, o en otra temporalidad, según la disponibilidad de tiempo y cosas que acontezcan.
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Bueno, salud y hasta luego!
A. Jiménez